lunes, 7 de julio de 2014

UN ENTE QUE ODIA A LA MARIHUANA

LA MALDICIÓN DE LOS MARIGUANOS DE LA ZONA 1

-Pueden retirarse y no olviden traer su ensayo en la próxima clase... De esta manera terminaba una noche mas de clases, en una escuela nocturna de la zona 1. Eran pocos estudiantes, los que luego se dispersaban, cada quien tomando la dirección derecho hacia sus casas; algunos se iban de a dos y otros se encaminaban solos. Esa noche, era un viernes, así que, Néstor decidió ir a algún lugar, a tomarse una cerveza y distraerse un poco pues, ese día habia sido un día muy pesado, con muchas situaciones que le tenían en desasosiego. Saco de su pantalón una pequeña bolsa, la tomo con mucho cuidado pues, en su interior ya era poco el contenido que le quedaba; se detuvo en un parquecito, se sentó en la parte mas oscura,  entre la penumbra hizo su porrito y lo prendió, a la distancia solo se vio una columna de humo, luego de mantenerlo entre sus pulmones por unos segundos, empezó a sentirse relajado, se acomodo un poco y en unos instantes estaba decidiendo a donde ir a meterse, estaba viendo hacia el cielo, la noche era hermosa, muchas estrellas y la luna. La luna era bellísima, de pronto algo hizo que esa bella luna desapareciera por unos segundos, fue algo como un cerrar y abrir de ojos, Néstor se asusto, pues el cielo estaba despejado, como para que una nube obscureciera a la luna por algunos segundos.
-Me habré quedado dormido?
-Esta porquería, no es de la buena como para estar viendo babosadas. Se quedo con la duda, tomo sus cosas que no eran muchas y se encaminó hacia la novena y diecisiete calle. En ese momento se encontraba justo en la tercera y  octava, se encamino zigzagueando por las calles y avenidas, y cada cierto tiempo, la sombra que su cuerpo dibujaba sobre las banquetas de aquellas vacías calles se desaparecía, quedando sobre ella una penumbra tan oscura que le daba escalofríos, cuando se detenía y volteaba hacia el cielo, ahí estaba su fiel acompañante brillante y redonda, ya se habia consumido su puro, pero se empezó nuevamente a sentir nervioso y ya no tenia mas hierva, se metió bajo la pequeña cornisa de una puerta, casi quedo camuflajeado por completo, ahí estuvo inmóvil durante unos minutos; de pronto, vio venir desde mas o menos una cuadra la mancha que cubría el pavimento, esta vez su paso era lento como si estuviera buscando algo, pero en el cielo no lograba ver nada, debido a que la luz del alumbrado no le permitia ver mas allá, sin embargo, cuando la rara sombra paso frente a él, sintió como si se hubiera detenido, Néstor se quería fundir contra la estructura antigua de la puerta donde se habia escondido, vio hacia arriba con mucho temor a lo que sus ojos podrían descubrir pero...
-Maldita sea, la cornisa no me permite ver! Tomo valor y decidió sacar la cabeza un poco; haciendo el movimiento estaba cuando la sombra siguió su camino, esta vez no continuo sobre la calle en donde estaba Néstor, sino que se metió hacia los terrenos de la casa vieja, pintada de blanco con cal, Néstor salio y se encamino a su destino, pero esta vez a pasos apresurados y tratando de pegarse lo mas posible a la pared, su sombra le presidía un metro adelante de él, a pesar de pegarse contra las paredes. Volteando para atrás pero con  su vista hacia arriba a cada instante. De pronto, se escucho un escandaloso sonido frente a él, Néstor quedo paralizado, hasta percatarse que cruzando la boca calle ya de la novena avenida, corría al igual que él, asustado, un gato pardo, que a la distancia ya se veía negro; éste se detuvo por un momento y se le quedo viendo, no a Néstor sino sobre Néstor, y de sus fauces salio, un gemido aterrador de aquellos felinos que lanzan una amenaza a su perseguidor y desapareció. Néstor, estaba aun inmóvil, fue cuando vio a sus pies a su perseguidora sombra que le cubría completamente, a un radio sobre él de al menos metro y medio, esta vez no era una penumbra; esta vez era completamente negra, lo que le indicaba a Néstor que su depredador, al que el gato le habia lanzado el amenazante gruñir, estaba con seguridad sobre él, Néstor corrió hacia la novena, cruzo y a unos pocos metros se encontraba la cantina hacia donde se dirigía. Entro en ella, sintió alivio al cruzar el umbral de la puerta.  Adentro del local habían nada mas, un parroquiano, setentón con un su cuto sobre la meza de palo blanco y al otro lado una pareja comiéndose en un excitante beso, las manos de la señorita rodeaban al individuo y las de el se perdían entre las piernas de ella y su regazo, frente a Néstor se encontraba un viejo panzón, limpiando vasos, con una gorra de los yanquis, un cigarrillo entre sus labios que, el humo no permitía ver mas, sin alguna camisa mas que un delantal, con el cual limpiaba la cristalería. Néstor volteó y vio hasta donde le permitía el ángulo en donde estaba parado, vio hacia un lado, luego al otro, por un momento quedo hipnotizado viendo el pavimento de enfrente a la puerta, sobre el cual brillaban unos orines que algún transeúnte, no aguanto y tuvo que evacuar de su cuerpo.
-Salud amigo! le habló el septuagenario, con la voz casi moribunda, de la reata que cargaba encima. Como pudo, se puso de pie y entre trastravío y esquivándose a si mismo, le coloco una mano en su hombro.
-Acompáñame, muchacho! Acoompáñamee, yo se lo que te digo.
-He visto antes tu expresión, hip!
-Perdón!
-Mi expresión?, de que habla anciano?
-A-com-pá-ñame! Néstor se dejo llevar, hacia la meza de su ahora amigo. Se sentaron, no sin antes pedir otra ronda.
-Gordo! Go-ordo! Tráete algo, que mi amigo invita. De pronto se escucho un ruido intimidánte, sobre la oxidada lámina del lugar. Todos, menos el anciano, vieron asustados hacia el techo, el cual se movió hacia ellos, pero pronto dejo de rechinar y de hundirse.
-Qué putas, es eso? Pregunto el Panzón a tan distinguida clientela, para estas las manos y la bocas de la pareja, estaban nuevamente en acción y la siguiente ronda, estaba aterrizando en la meza de Néstor y el viejo, quien no se inmuto ante lo recientemente acontecido, el Panzón seguía observando preocupado, ese raro abultamiento que aun tenían sus laminas viejas.
-Oíste! si, oíste, verdad? Decía el anciano a Néstor, mientras se servia otro trago.
-Eso amigo, es un ser maligno que esta noche estará cazando a algún desdichado, al que ya le puso el ojo. 
-Co-omo, dic-e! Pregunto Néstor, tartamudeando.
-Si, lo que oíste. 
-Y, usted, como lo sabe?
-Veras, hace tiempo, cuando la ciudad era otra, yo era un joven como tu a quien no le gustaba ni fumar y mucho menos chupar. Una noche que me sentía agobiado, me senté en un pa-arque hip. Pero, no me habia percatado que, a unas cuantas bancas de donde yo estaba, habia un parroquiano fumando mariguana, era obvio que se encontraba lo mas escondido posible. Así que, el pobre infeliz, busco el lado mas apartado y oscuro del parque para echarse su puro, la humarada y el desagradable olor, subieron por la arboleda y cuando éste hizo contacto con lo mas alto, se nos vino la oscuridad encima, eso fue rapidísimo y solo por unos segundos.
-Salud! a-amigo! Estrello su copa contra la del tembloroso Néstor. Y de un solo se trago el néctar de los charas. Néstor le sirvió otro apresuradamente  y le pregunto con cierta insistencia.
-Y entónces, qué pasó?
-Espérate. Afino la vos y prosiguió. Para esto la pareja habia dejado de manosearse y el Panzón dejo de limpiar y, todos escuchaban atentamente, mientras que el crujir del techo se hacia presente cada cierto tiempo, dando la impresión de que alguien o algo se acomodaba sobre ella.
-El mariguano, salio casi corriendo de su escondite y sobre él, se veía una horrible cosa negra, mas negra que la capa de la muerte.
-Salud!... Sírveme, sir..hip!..veme. 
-Entonces. Les seguí a una distancia prudencial, éste apresurado cruzo la esquina y fue allí donde se escucho tremendo agitón  sintiéndose un airazo, que hasta me empolvo los ojos, limpiándomelos y protegiendolos estaba. Entonces, el sonido fue espeluznante, confundiéndose con el grito que se escucho de la garganta del mariguano, alejándose hacia aquella hermosa luna. Cuando pude ver, solo se veía una difusa mancha negra de la cual sobre salían las piernas del desdichado, agitándose desesperádamente. Hip. 
-Luego de esa noche yo ya no fui el mismo, empece a emborracharme, y mírame.
-Y, ya no volvió a ver esa cosa? Interrumpió la señorita ultrajada por su gusto.
-Claro que si. Por ello, voy de bar en bar, esperando ver a alguien como a este muchacho asustado, y los techos crujientes, como este. Señalo, el viejo al techo abultado.
-O sea que...
-Sip!... Salud! hip. Pongon!! Sonó la cabeza del viejo sobre la meza, totalmente ebrio.
-Va! Dijo el parroquiano sobador, esas son puras babosadas de charamilero. Dijo. 
-Yo no creo, que sean babosadas, amigo. Dijo el Panzón, viendo su techo que se movía y rechinaba a cada rato.
-No estas oyendo!. Le dijo la señorita.
-Pamplinas!.. Y, quítate que ya me voy.
-No pensara irse ahora, verdad? Le coloco la mano sobre el pecho al susodicho, quien también olía enormemente a mota barata.
-Ah! déjame. Le empujo el drogado joven, quien se dirigió hacia la puerta. Antes de salir vio hacia todos lados, pero su pena era que no hubiera alguna patrulla cerca; al percatarse de que la calle estaba sola, salio de la cantina,   adentro quedaron todos en silencio y viendo la protuberancia que salia de las laminas y el crujiente sonido de las vigas de madera vieja y apolillada. Pero, nada paso. Unos segundos después, se escucho el sonido que producen las mandíbulas de algún gato, cuando alguien se para en su cola. Si, era el mismo gato pardo, que se habia encontrado a la vuelta de la esquina; Néstor. Justo, con el doloroso sonido del apachurrado gato, se estremeció la cantina, como lo hicieron todas las casas de adobe el 4  de febrero del 76. Y, en segundos solo se escucharon los grito desgarradores y una especie de aleteo, unido a las patadas del mariguano; que pasaron somatando el techo del vecindario, hasta que no se escucho ya nada. El Panzón, abrazaba a la patoja de diecisiete años, que estaba apapachándose con el desafortunado mariguano. 
Cuando, algo les inquieto nuevamente, provocando un brinco en Néstor y el Panzón, y un tremendo grito de la señorita...
-Saluuud! Despertó el viejo chara....
  
  

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