miércoles, 27 de agosto de 2014

Amigos masacrados

Masacre

Era una noche tranquila, la luna alumbraba a todo el campo, las estrellas brillaban como joyas colgando en el cuello de alguna millonaria, solo se escuchaba el sonido típico, de las noches de campo, el frió se hacia sentir, pero éste era repelido por la fogata que habían encendido y que se encontraba en el centro del grupo de amigos, que habían disidido salir a acampar. Los chistes eran hilarantes, las bebidas embriagantes como la cerveza hacian ya su efecto, provocando deseos de orinar a uno de los chicos; quien se alejo en silencio a hacer lo suyo. Las rizas se escuchaban alrededor, todos estaban bien picados por los mosquitos y ninguno le ponía atención a los miles de ojos que los observaban en la oscuridad del bosque; ojos que siempre estarán presentes en la noche dentro del campo. Luego de varios minutos, Elena la pareja de Nino, les percato, de que no habia regresado y que para lo que se habia retirado no se necesitaba mucho tiempo, pero nadie le tomo importancia a Elena. Fue entonces, que ella decidió levantarse y salir a buscar a  Nino, siguió el camino tomado por él. Luego de caminar unos segundos, encontró una mancha enorme en un árbol y que caía al suelo; era evidente que Nino, habia orinado en ese lugar pues, se veía y olía, a que era fresco. Elena, vio para todos lados, pero lo único que logro ver, fueron los ojos de la naturaleza nocturna; al fondo se escuchaban las rizas de sus amigos que aun, escuchaban los chistes de Leo, quien era el mas payaso del grupo y quien a pesar de que nunca conseguía pareja, les acompañaba para alegrarles el viaje, lo único que Leo necesitaba, era una buena dotación de cervezas y nada mas. Al tiempo, como a los cinco minutos de que Elena se fuera en busca de Nino, el mismo Leo se silencio, diciéndoles a sus amigos.
-Ya no regresaron ni Elena ni Nino!
-Cálmate, sabes perfectamente lo que estarán haciendo ahora...esos calenturientos! Le dijo Clara, mejor cuenta otro de tus chistes. 
-Mejor, les contaré lo que me han dicho de este lugar.
-Y, ¿qué es lo que te han dicho de este lugar? Leo. 
-Cuando me baje a comprar las boquitas en la cabaña de la carretera, ¿la recuerdan?
-Siii! dijeron el resto de amigos con desgano.
-Bueno, el viejo me pregunto para donde me dirigía. A lo que le respondí para donde veníamos.
-Él me dijo:
-Ojala y logren salir de ahí, con vida...
-Yo me reí, pero él nunca se inmuto, quedando como estatua, frente a mi.
-Yo sentí un escalofrió, pague y me retire... No les dije nada para no asustarlos.
-Y, no lo has logrado... pero debo aceptar que la historia esta buena.... ¿o no Clara?
Clara, tenia una cara de aterrada, estaba pálida, creo que hasta lo embriagada que a esas alturas estaba se le habia pasado, por lo que habia escuchado de boca de Leo.
-Clara! le dijo Víctor... ¿No le habrás creído nada a Leo? Clara, se levanto y grito los nombres de sus amigosdesaparecidos. Pero solo el silencio le respondió. Con la histeria sobre ella, les grito a sus amigos.
-Levántense y vamos a buscarlos! Se levantaron, tomaron unas linternas y salieron en su búsqueda, llegando al mismo lugar a donde Elena habia encontrado el árbol y el suelo meados, ya solo quedaba una pequeña seña de los orines de Nino.
-Dios mio! ¿qué les paso a Nino y Elena? grito clara tomándose de la cara y casi agachada; estaba totalmente descontrolada.
-Cálmate! esos deben estar haciendo el amor por aquí cerca. Pero, Elena les encontró. Ella venia corriendo, llorando y bañada en sangre. 
-¡Corran por su vida! les dijo a sus amigos, quienes de inmediato corrieron junto a Elena, ella se dirigió a donde habían dejado la camioneta en la que habían llegado. Cuando estaban dentro de ella; Leo trataba de arrancar el motor, mientras que en la parte trasera, Clara consolaba a Elena pero Elena estaba como en otro mundo.
-¡Arranca! le decía Víctor a Leo, quien ya se encontraba completamente histérico, al igual que sus amigos. El motor arranco, cuando pusieron la marcha en retroceso, reboto sobre el windshield de la camioneta, la cabeza de Nino. Todos gritaron aterrados y salieron de ahí, chocando con lo que se les pusiera por enfrente, en franca huida.
-¡Dios Mio!... ¿Elena que paso?.... ¡reacciona! Pero, Elena estaba muerta en vida, sus ojos estaban totalmente perdidos en la nada. al fin, llegaron a la cabaña del camino; detuvieron la camioneta y bajaron. Tocaron de una forma desesperada, como si de ello dependiera sus vidas. Tras ellos se sentía el olor de la muerte. 
-¡Qué pasa? ¿Qué es ese alboroto? Les abrió la puerta el viejo con escopeta en mano, apuntándoles.
-Se los advertí, pero no me hicieron caso. 
-!Así que se largan de aquí, pues yo no quiero morir con ustedes¡
-Pero, ¡señor ayúdenos!
-¡Largo les digo! Cerrándoles de golpe la puerta casi sobre la cara de los jóvenes, quienes regresaron apresuradamente a su camioneta, ahora mas aterrados que antes. Ésto, lo hicieron corriendo; cuando estaban dentro de la camioneta.
-!Víctor¡ ¿Qué pasa? ¿Qué no arrancas?
-!No están la llaves¡
-¿Quéeeee?
-¡No están las llaves... maldición! Dijo Leo, somatando el timón. En la confusion, no se habían dado cuenta de que Elena no esta con ellos.
-¿Y, Elena? 
-¡No se, estaba contigo! 
-¡Yo solo corrí! Se reclamaban uno al otro. 
-¡Elena! salieron gritando  del carro.  Elena, apareció cayendo sobre el capo del coche. ¡Pon! fue el sonido seco que se escucho, cuando la cabeza de Elena reboto sobre el capo del vehículo: cayendo al suelo y viendo hacia los ojos de los tres sobrevivientes, con la misma mirada que ya le habían visto antes. Ésto, les hizo salir corriendo hacia la cabaña nuevamente, solo que esta vez no tocaron. Quebrando una de las ventanas se metieron adentro de la casa; ésta estaba totalmente a oscuras a penas si se veían entre ellos, a menos de cincuenta centímetros.
-¡Señor! ¡Señor! Susurraba Clara, al viejo.
-¡Cállate! Le dijeron los amigos a Clara, tapándole la boca.  
-Escuchan algo. Dijo Víctor.
-Nada. Dijo Leo, mientras que Clara solo movió su cabeza, pues aun tenia su boca sujetada por Víctor
-Muy bien.. busquemos al viejo pues él nos tiene que ayudar.
-Tendrá teléfono, para llamar a la policía.
-Ya te diste cuenta que estamos casi a 100 km del poblado mas cercano, para cuando lleguen, ya seremos cadáveres.
-Busquemos al viejo o algo que nos sirva para defendernos. Entraron mas en la vieja casa, la cual no era tan grande como para que el viejo no se diera cuenta de que habían ingresado en ella. Casi a tientas, buscaban algo para defenderse o al viejo.
-Seguro el muy cobarde se fue. Dijo Clara.
-La verdad, yo habría echo lo mismo. Se respondió ella misma. 
-¡Vengan! Encontré algo les grito Víctor. 
-¿Qué?
-¡Miren!
-¡Nooo! ¿Dios mio que pasa aquí? Grito Clara, observando el cuerpo del viejo, mutilado sobre su cama.
-¡Salgamos de aquí toma el arma y vamonos! Mientras salían de la casa, muy sigilosamente con la escopeta del viejo. Era Leo quien la traía entre sus manos. Éste pregunto:
-¿Alguien sabe como funciona ésto?
-¡Dame acá!, Solo es de apuntar y jalar el gatillo y ya... 
-Es importante que estemos siempre juntos. Se retiraron del lugar y regresaron al carro; buscaron las llaves, pero no las encontraron, lo que si hallaron, era que los neumáticos de la camioneta estaban totalmente pinchados. 
-¡Miren!! Grito Clara, aterrada.
-¿Qué? preguntaron, dirigiéndose hacia donde estaba Clara, encontrándose en el vidrio trasero de la camioneta, un rotulo pintado con sangre que decía: MORIRÁN 
-¡Vámonos por favor, larguémonos de este maldito lugar! Dijo Clara. Y, así lo hicieron; tomaron la carretera y empezaron a caminar, iban con la moral arrastrada uno a tras del otro, agotados, estresados, asustados y desconsolados.
-Ya caminamos como 5 kilómetros, descansemos por favor. Dijo Clara. A lo que, estuvieron de acuerdo.
-Descansa un poco. Le dijeron a Clara, mientras nosotros vigilaremos. Propusieron los dos amigos. Al paso de unas horas, tanto Clara como Leo, estaban dormidos. Solo Víctor estaba vigilante y atento.
-¿Quién anda ahí? Pregunto Víctor, pues habia escuchado un ruido, apuntando con la escopeta se separo unos pocos metros de sus amigos quienes aún dormían. Pero nada; cuando regreso a tomar su lugar para seguir vigilando sus amigos aun estaban totalmente dormidos. Pero el cansancio de Víctor ya era insoportable que se dirigió hacia donde estaban ellos, para despertar a Leo y que éste vigilara.
Leo!.. Leo! Le pateaba las piernas, pero Leo no le respondía.
-¡Cierto! Leo estaba en vigilia conmigo debe estar rendido, ni modo amor te toca vigilar a ti, le dijo a Clara, despertándola. Clara, se negaba a quedarse vigilando, pues ni siquiera podía tomar la escopeta.
-Esta bien, solo apuntas y jalas esto; y ya.. todo estará bien no te preocupes... ¡necesito descansar!... ¿entiendes?
-Si, perdóname... es que estoy muy nerviosa... duerme un rato... mira a Leo duerme como un bebe.
-Si, ya falta poco para que amanezca. Sobo el rostro de Clara y se tiro al suelo para dormir un poco.
Clara, miraba para todos lados sin descansar; sus oídos, estaban muy atentos al igual que sus ojos, a su mente, llegaban por ratos los sucesos que le habia tocado vivir y se frotaba los ojos, los cuales se les llenaban de lagrimas. Cuando tomo fuerzas y valor  se secó el sudor frió, la suciedad y las lagrimas de su carita. Luego de limpiarse, se percato que frente a ella se encontraba de pie Víctor... alguien estaba atrás de él y le tenia en la garganta una especie de machete con la punta quebrada; la hoja del machete brillaba cuando la luz de la luna insidia en él, ella, instintivamente le apunto con la escopeta.
-Suéltelo o le vuelo los cesos! Le amenazo, con una voz que jamas se habría imaginado que saldría de su boca. Víctor, le dijo a Clara.
-¡Dipárale!... ¡dispara a través de mi y mata a este hijo de puta!... ¡de todas formas yo ya estoy muerto!
Clara, seguía apuntándole a quien tenia bien agarrado a Víctor, Clara se fue moviendo sin dejar de verlos. Un silencio sepulcral, se apodero del lugar. Aun estaba oscuro, mientras ella se movía, Víctor y su captor también lo hacian, lo que Clara pretendía, era despertar a Leo. 
Cuando estuvo cerca de leo.
-¡Leo despierta y ayúdame!... ¡Leo despiértate!! Le grito pateándolo, pero éste no le respondió; seguía profundamente dormido. El extraño asesino, sin quitarle el machete del cuello a Víctor, levanto su brazo izquierdo enseñándole a Clara la cabeza de Leo y lanzandola de una a sus pies. Clara grito aterrada dando un brinco al ver como la cabeza de Leo, quien llevaba casi una hora degollado, llegaba hasta sus pies como balón de fútbol; en la histeria de Clara se le cae la escopeta, a los pocos segundos, luego de controlarse y tomar nuevamente la escopeta. Le dice al asesino
-Suelta a Víctor, ¡desgraciado mal nacido!... o dispararé. Como me lo pidió Víctor y ambos morirán.
-¡Suéltalo! Y, el misterioso asesino, quien era portador de una gabardina negra y larga, un par de botas maltrechas y raspadas de color corinto o tal vez se veían así, por la sangre de sus victimas, el rostro lo cubría la sombra que le proporcionaba un sombrero de ala ancha, también de color negro.
Éste, cuando escucho de nuevo las palabras de Clara, amenazándole con dispararle a ambos, soltó a Víctor.... 
El cuerpo de Víctor se desplomo sobre el suelo, quedando a sus pies, justo a la par de las botas del asesino; mientras que, en su mano derecha, ahora tenia junto al machete, la cabeza de Víctor.
-¡Noooo! Grito Clara. Con sus ojos muy abiertos y aterrados. Luego,  esos ojos verdes se abrieron mas que nunca, dejando ver un odio contra ese personaje que ahora se encontraba justo frente a ella, inmóvil con los brazos a los lados de su cuerpo y en cada mano, una de las cabezas de sus dos amigos Víctor y Leo.
Escapándose de sus labios varios improperios, termino diciéndole.
-¡Muere maldito hijo de puta! Jalando el gatillo de la escopeta. En ese preciso momento, el maligno de gabardina negra, dejo caer ambas cabezas, pero no su sucio y brillante machete. Metiéndose la mano izquierda en la bolsa de la gabardina negra, saco de ella las dos balas que presuntamente tenia la escopeta. Fue allí, cuando Clara se percato, que por mas que jalara el gatillo no sucedía nada mas que, un simple clic! 
El masacrador, caminaba hacia donde se encontraba Clara; quien al ver las municiones en las manos de aquel misteriosos hombre vestido de negro, cayo al suelo hincada, quedando de tal manera, como si se tratar de aquellas ejecuciones medievales. Viendo frente a ella sobre el suelo, cuando las dos botas cubiertas de sangre se detuvieron justo a unos pocos centímetros, de ella. Clara levanto su cara, topándose con los ojos de éste. Esto, fue lo Clara dijo.
¡Tu!.....
Para luego, rodar su cabeza a poco menos de un metro de su cuerpo; la cabeza de Clara quedo orientada hacia donde se dirigía aquel hombre, como viéndole con sus ojos verdes bien abiertos, introducirse y perderse dentro de aquel bosque, de manera pausada y satisfactoria se fue perdiendo su silueta entre los matorrales y la arboleda del bosque, quedando como fiel y únicos testigos de aquella masacre; todos aquellos ojos, en la oscuridad del bosque....  





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